Baumgartner. Paul Auster.

Baumgartner es el último libro completo que escribió Paul Auster antes de morir. Estaba escribiendo otro, por lo que leí por ahí.

Acabo de terminar de leerlo, a pesar de que lo tengo conmigo hace un mes. Lo demoré a propósito, lo podría haber leído en un día, pero quise alargarlo lo más posible para dilatar la llegada de este momento.

Me pasó lo mismo con Berta Isla, el último libro de Javier Marías. Recuerdo cuando el murió que sentí algo extraño y nuevo, y por alguna parte escribí algo sobre eso, pero no sé dónde quedó. Él también era mi escritor favorito. Tengo tres: Paul Auster, Javier Marías e Ian McEwan. Valeria Luiselli se me ha ido apareciendo también, pero aún no los alcanza.

He intentado con muchos otros, y efectivamente hay muchos escritores que me encantan, pero ninguno ha logrado superar lo que cada uno de estos tres me ha dado. Son desconocidos, que hablan de otros desconocidos en sus historias, pero lo hacen de una manera tan magistral que uno termina sintiéndolos cercanos, queribles, como una parte de la propia vida.

Ahora que cerré el libro me quedé con el alma en silencio, como cuando muere alguien cercano, un agujero negro que hace desaparecer todo. Las cosas que alguna vez fueron y que nunca más serán…la vida supongo.

Escribo esto en día de Halloween, pienso en tantos ritos que repetimos, celebraciones que ocurren año tras año, que nos ilusionamos con la permanencia y con la eternidad. Este día es diferente a todos los anteriores, e hizo evidente que el año pasado fue el último de muchos iguales: niños disfrazados, entusiastas por salir a la calle, encontrarse con otros, sonreír, comer dulces. Mis niños ya no son niños y al salir a la calle a dejar a mi hijo menor donde sus amigos miré como espectadora la vida de otros que aún no piensan que eso se acabará y andaban ilusionados, felices por la calle con esos pequeñitos. Nostalgia, transición a algo nuevo que se asoma pero que aún no sé cómo será.